miércoles, 8 de agosto de 2012

¿Mi última cena?

…Resulta que acabo de nacer. Me siento como Neo recién salido del capullo en la película de “The Matrix”, y no precisamente porque me considere el elegido ¿eh? Más bien porque estoy llegando a un mundo que no conozco, nunca vi. Un mundo del cual me excluyeron desde hace ya más de 30 primaveras, o de plano al que cada vez me cuesta trabajo adaptarme. ¿Soy yo? ¿Es mi imaginación? ¿Mi percepción errónea de lo que está sucediendo? o ¿Mi bajo nivel de tolerancia ante lo que considero una verdadera estupidez?
Las relaciones se han convertido en un negocio. En inversiones a corto plazo (porque  las separaciones está a la orden del día)  ¿A poco no? Resulta ser que me preguntan: - ¿Estas divorciado? Yo contesto:        -No.  ¡Ah!  ¡Pues entonces no estas a la moda! -me  dicen.  ¿Qué tal? ¡Ya es moda! …y si yo  estoy a la moda,  ¿Por qué me cuesta tanto trabajo encontrar pareja? Como dirían en Cuba: “No estoy caminando por la acera de los bobos”. Esto debiera de ser pan comido para mí… todas quieren andar con alguien que está a la moda.
¿En qué momento las relaciones se convirtieron en transacciones? ¿Las citas en licitaciones? Y… ¿Las señales en falsas interpretaciones de la verdad? Dicen que siempre ha sido así.  ¿Será? Habría que preguntárselo al 3% de la población que sigue casado (antes de que se convierta en el 1%) ¿Es mi imaginación? o algo que pudiera ser tan simple, sencillo y maravilloso se ha tornado en un nuevo mundo. El mundo de   ”cuánto tienes”, “cuánto vales” o de plano “me vales madres Independientemente de cuanto tengas”. En fin,  en el mundo de los negocios románticos ( y no lo digo por la denominación que se le ha dado a los establecimientos mejor conocidos como los cinco letras, sino más bien por lo que esto representa para el ser humano hoy en día), según yo antes era más fácil. Y si no era más fácil, por lo menos no analizábamos tantas cosas a la hora de aproximarnos a una persona. ¡Qué irónico! Ahora con tantos estudios puedo saber si una persona es roja, amarilla, azul, verde, visual, quinestésica, auditiva, agua, fuego, tierra, aire.  Puedo saber si la otra persona está enviando las señales correctas de acuerdo a la programación neurolingüística pero, ¿Qué creen? ¡Resulta que no hay química! O sea, ya valió m a d r e s. Como dirían los americanos “back to the old drawing board”. 
Hace poco tiempo invité a una chica, de esas que mucha gente describiría como “la levanta egos”. Distinguida, muy guapa, de buena familia, muy agradable, con tema de conversación, trabajadora, exitosa y por si fuera poco… quinestésica. Hay que tomar en cuenta que ser quinestésico para muchos es lo de hoy de acuerdo a estudios y experiencias en los canales de percepción.  Para mí el ser quinestésico es una invasión del espacio vital que tiene una persona, como diría Don Porfirio.
Insistí en pasar por ella a su departamento para causar una buena impresión, ya que por más moderno que sea el proceso, esa parte sigue formando parte del protocolo y de la expectativa de una mujer. Pues bien. Llegué a su departamento en tiempo y forma; un tanto nervioso porque no la conocía pero seguro de mí mismo y confiado en que iba a hacer un buen papel. No sé si les ha pasado, pero en ese momento nuestra mente se convierte en Windows. Nuestro cerebro recorre inconscientemente todas y cada una de las etapas que hemos vivido durante este proceso queriendo evitar lo inevitable. Queriendo evitar lo que no nos funcionó en experiencias pasadas o queriendo pronosticar un éxito a pesar de cualquier adversidad que se presente en el camino.  ¿Es esto muy “girly”? Me pregunto si le pasara lo mismo a las mujeres o sólo estarán pensando en cómo se ven, lo que se pondrán o cuanto le van a sacar a ese pobre cretino que ni siquiera conocen (pero que están dispuestas a aguantar por lo menos cuatro horas en el lugar de su elección por si fuera poco).
Total. Una vez que puse mi cara de “si soy un incauto más, ¿A poco se me nota?” con el guardia de la entrada y él a su vez me respondió con una cara de “mmmta…¿seguro que quieres pasar huey?” me dieron acceso al edificio. Procedí a tocar el timbre de su departamento y al cabo de unos cuantos segundos ahí estaba ella parada en la entrada. Su imagen fresca, radiante. Su cabello ondeaba como si fuera modelo de Wella (imaginen el movimiento de su cabello en cámara lenta como si tuviera un ventilador en la parte posterior de su cabeza). Su sonrisa incomparable y una mirada que hipnotizaría a cualquiera. En fin. Con una voz encantadora me pregunta -¿quieres pasar?  A lo cual respondí:  -Sí. Claro. Su departamento estaba decorado con un gusto exquisito. Todo estaba limpio, impecable y en su lugar. La mezcla entre minimalismo moderno y arte contemporáneo  me dieron una excelente impresión de ella y de sus costumbres.
Decidimos dirigimos a nuestra cita. Durante el camino la conversación fluía y fluía bastante bien. Yo estaba realmente feliz y dispuesto a todo. No había señal alguna de rechazo ni de aburrimiento, al contrario, todo era interesante y nuevo para ambos… quería pensar. Pasaron no más de 15 minutos cuando llegamos al lugar. No podía esperar menos de una mujer de tan refinados gustos. Estábamos literalmente en el Restaurante de moda. Procedí a dejar mi automóvil en el valet, rogándole a Dios que me lo fueran a devolver (también está de moda regalar vehículos a gente que ni conoce uno). “Ojala y no me salgan con la célebre frase… -¡A chinga! ¿valet? Este establecimiento nunca ha contado con dicho servicio mi señor… le ofrecemos una enorme disculpa”-,  pensé.
 Ingresamos al lugar. El ambiente era agradable, la decoración adecuada y la música sugería dos copas de vino tinto acompañadas de miradas intensas para comenzar a conocernos. La elección del vino corrió por mi cuenta ya que no era su especialidad. Llamé al mesero e hice mi petición… -¿Qué tal un Châteauneuf du Pape cosecha 1998 de la región de Côtes du Rhône al suroeste de Francia?  El mesero contestó  -No tenemos ese vino, pero le podemos ofrecer una garrafita de Padre Kino, ¿Qué le parece? ¡Ah jijo! hasta se me hizo un nudo en la garganta, pensé que nos habíamos desviado en la entrada y estábamos en el VIPS. No. La verdad es que el vino Chileno que ordenamos estuvo bastante bueno y eso acompañado de una excelente plática a la luz de las velas hizo la combinación perfecta.
Todo iba muy bien. El tiempo transcurría y así los temas. Ordenamos la cena. Ella pidió un Róbalo sobre cama de Risotto y yo un Filete Jose María (muy recomendables por cierto). En fin. La plática parecía no terminar. Mientras, nuestros paladares degustaban el suculento manjar, las risas invadían el lugar y aparentemente nos estábamos acoplando maravillosamente. Terminamos nuestros platillos y ordenamos postre. Ella recomendó unos churros miniatura acompañados de tres salsas: chocolate, rompope y cajeta. ¡Ahh! ¡Qué rico! (sólo de acordarme se me antojo ir de nuevo al lugar)No había ninguna señal que impidiera una segunda, tercera o hasta cuarta salida. Todo iba de maravilla como en los buenos tiempos. Por lo mismo me dije - ya estuvo campeón ¡Sigues teniendo el toque papirrin! Obviamente no esperaba que saliéramos agarrados de la mano ni mucho menos besarnos tiernamente. Si esperaba seguirnos tratando hasta ver que nos tenía deparado el destino.
Total. Llegó la hora chinguenguenchona. La hora ya vas que chutas (como diría el gran Mago de los ochentas Beto “El Boticario”). ¡La hora de pagar la cuenta! Esto no duele siempre y cuando hayas pasado una velada agradable, hayas comido rico y estés al lado de una mujer encantadora ¿Están de acuerdo? Por lo regular, la expectativa que tienen las mujeres respecto a este tema es que uno como buen caballero proceda a absorber “la dolorosa” en su totalidad. Cuenta la leyenda que si ellas no quieren nada con el sujeto, sacan la cartera, monedero o algún otro equivalente y pagan su parte. Esto con el fin de hacernos ver que no quieren nada más que simplemente amistad. Esto impide a la vez el que nos cobremos la salida de alguna u otra manera. Ahora bien, si existe alguna posibilidad, también dice la leyenda, que no hacen ni el intento de sacar el monedero. Es más, ni siquiera se inmutan. Cabe aclarar que estos gestos y/o acciones no son una regla. Son leyendas y varían de acuerdo al carácter y personalidad de cada mujer. Después no quiero recibir quejas, reclamos o mentadas de madre.    
Para agregarle un poco de misterio a esta historia  ¿Qué creen que haya pasado? Les voy a dar varias opciones y ustedes escogen, ¿les parece? Opción A: La fina y hermosa dama saco su monedero y dijo: “¿De a cómo nos va a tocar mi Rey? porque te quiero hacer ver que no quiero nada contigo”. Opción B: La misma y hermosa dama no se movió y espero a que yo pagara la cuenta. Opción C: Es tan buena persona y consciente de la economía actual que decidió irse a mitades y compartir gastos. Opción D: Ninguna de las anteriores. Pues a todos aquellos que escogieron las opciones A, C y D, gracias por participar. Siento mucho desilusionarlos. La opción correcta fue la B, lo cual estaba dentro de mis expectativas.
Salimos del lugar y me dispuse a llevarla de vuelta a su hogar. En el camino seguíamos conversando como si nos hubiéramos dejado de ver en años pero a la vez como si la conociera de toda la vida. Fue una sensación poco común para ser la primera cita, sin embargo no podría considerar esto como química pura. En fin. Llegamos a su departamento; la despedida fue convencional de amigos. No hubo tensión, ni algún tipo de roce corporal. Bueno, un abrazo (si es que eso cuenta como roce corporal). Acordamos seguir en contacto para una siguiente velada, lo cual me dejo satisfecho pero no genero ningún tipo de expectativa.
Deje pasar un tiempo para invitarla de nuevo, muy a mi pesar ya que mi nivel de seguimiento suele ser un poco intenso y más si la persona causa algún interés en mí. Seguí los consejos de mis amigos y trate de cambiar mi estilo… (“if you know the crap you’ve been doing all your life doesn’t work, then change it. Damn it”). Y así fue. La llame un jueves (recuerdo bien). Nos la pasamos bomba y  hasta nos encimábamos a la hora de hablar. En la llamada se sentía energía y entusiasmo. “este arroz ya se coció”- me dije a mi mismo.    
Ella me dijo que nos viéramos un domingo a las 6pm. ¿A las 6pm? No me hagan caso pero ¿no sería mejor que te dijeran que realmente no te quieren ver? Digo, a esa hora en un domingo no puedes hacer  nada. Ni siquiera encuentras una buena función en el cine. “¿Qué te parece si mejor te hago de cenar, o preparo los útiles escolares, te cuento una historia y te mando a la… cama? (no sean mal pensados). Total. Ni modo de decir que no. Es mejor un sí a medias que ponerte idiota y comenzar con las negativas. Llego el domingo y como a eso de las 3pm recibo un mensaje. Si. Leyeron bien. Un mensaje (no una llamada) que decía: “me vas a matar” ¿A matar? No. Probablemente enviaré a un sicario pero yo no hago esas cosas. ¿Y mi reputación qué? Faltaba más, faltaba menos. ¿En dónde quedo la decencia? ¿El valor moral? ¿La educación básica? Ahora se puede cancelar una cita a través de mensaje sin mayor explicación ni disculpas. ¿Qué es lo bueno de todo esto? Pues muy fácil. Ahora con todos los cambios tecnológicos pudo haber posteado la cancelación a través de mi muro en Facebook o en Twitter y no lo hizo. ¡fiu! ¡Bienvenidos al mundo moderno chavos Gente como yo está completamente fuera del loop. Los protocolos han dejado de existir (Los pongo al tanto de lo que está pasando para que no se asusten en caso de que les salgan  con estas jaladas). Ni modo. Nos tocó tragar camote de ahora en adelante.
Sí. Me canceló pero se comprometió muy formalmente a posponer  la cita para el miércoles (”how about that for a change?”). ¿Eso qué? Prefiero el domingo. Está peor entre semana.
Llego el “tan esperado” miércoles y recibí un mensaje como a tres minutos “para el ratito”, como solemos decir cuando te avisan con muy poco tiempo de anticipación. Y sí. Ya sé lo que están pensando… ¡otro mensaje!  ¿A qué hora piensa tomar el teléfono y llamar? -pensé. De hecho, me atrevo a decir que lo envió a la misma hora que el mensaje anterior. ¿Los tendrá programados? Muy extraño pero, ¿qué le voy a hacer? En esta ocasión ella quería que la matara de nuevo. La justificación fue que  tenía mucho trabajo y que no iba a poder. Total. Para no hacerles el cuento largo, al final del mensaje escribió: “gracias por ser tan comprensivo”. O sea, el equivalente a “gracias por ser un verdadero pendejo como todos sabemos”. Obviamente este mensaje fue mi último contacto con ella. Para mí existe algo que se llama establecer límites, amor propio y ego.
Entonces… ¿para qué tanta faramalla el día de la salida? ¿se la habrá pasado bien? –me pregunto. Las señales ya no se deberían de interpretar tal cual porque me he dado cuenta que no funcionan. El sexo opuesto puede llegar a actuar de una manera tan natural y falsa que ya ni cuenta te das.
Insisto. ¿No sería más fácil decir? “no quiero salir contigo” o “ya sé para dónde vas con todo esto y la verdad no me interesa el asunto”, o de plano” no me interesas”. Las mujeres no son tontas. Al contrario, se pasan de listas. Sé que eso es mucho pedir y que nunca va a suceder pero ¿por qué nos complicamos tanto la vida, pudiendo ser esto tan sencillo? Seguimos bajo la misma línea que hace 850 años. ¿Quién fue el imbécil que estableció los protocolos y formalidades del galanteo? Como para colgarlo o colgarlos de los huevos. Si saben a qué me refiero ¿verdad? Uno cree que conforme pasa el tiempo y la liberación femenina sigue surtiendo efectos de todo tipo (en general negativos), las mujeres se van a ir adaptando a lo que finalmente pidieron: una supuesta igualdad que más bien han sabido adaptar a su entera y completa conveniencia. En mi opinión para unas cosas sí quieren igualdad pero para otras prefieren  no hacerlo.
Este reclamo no va en contra de ellas porque al final de la historia… ¡Las necesitamos muchachas!. Simplemente considero que uno vale y siente lo mismo que la otra persona o me equivoco? Y que lo mismo les debería de costar el querer estar con nosotros, digo… ¿Porque no? ¿Por qué siempre ha sido de la otra manera? No estoy de acuerdo.
A si es que, si ellas no quieren ser directas. Nosotros los hombres debemos de serlo para evitar decepciones y/o disminuir el factor batazo.  Volvamos a nuestro instinto animal y natural de actuar, porque para eso si están listas. Dejemos los 151 estudios y análisis a la hora de salir.
Mi propuesta es que una primera cita, sigamos el protocolo nos avoquemos al protocolo A: La fina y hermosa dama saca su monedero y dice: “¿De a cómo nos va a tocar mi Rey? B: La misma y hermosa dama no se mueve y espera a que el galán pague la cuenta. C: Es tan buena persona y consciente de la economía actual que decide irse a mitades y compartir gastos. Evitemos aplicar la técnica de American Express 6 o 12 meses sin intereses, la cual consta en seguir invitando a una persona en repetidas ocasiones sin resultado alguno.
Los invito a reflexionar al respecto y si hay algo que podamos cambiar por el bien de las interacciones, hagámoslo ambas vías y eso si mucho ojo, no se dejen pendejear!  
El chiste es tener un primer o segundo encuentro del tercer tipo y no que ellas tengan un primer o segundo encuentro con un tercer tipo!
Saludos.

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